Eventos de los Últimos Días capítulo 4

Capítulo 4—La iglesia de Dios de los últimos días

El pueblo de Dios guarda sus mandamientos

Dios tiene en la tierra una iglesia que está ensalzando la ley pisoteada y presentando al mundo el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo [...]. 

Existe solamente una iglesia que esté actualmente en la brecha, reparando el muro, reedificando las ruinas [...]. 

Tengan todos cuidado de no hacer declaraciones contra el único pueblo que está cumpliendo la descripción que se da del pueblo remanente que guarda los mandamientos de Dios, [y] tiene la fe de Jesús [...]. Dios tiene un pueblo distinto, una iglesia en la tierra, que no es inferior a ningún otro, sino superior a todos en su capacidad de enseñar la verdad y vindicar la ley de Dios [...]. Hermano mío, si usted está enseñando que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es Babilonia, está equivocado.—Testimonios para los Ministros, 50, 57-59 (1893). 

Tienen el testimonio de Jesús

A medida que se acerca el fin, y la obra de dar la última amonestación al mundo se extiende, resulta más importante para los que aceptan la verdad presente tener una clara comprensión de la naturaleza e influencia de los Testimonios, que en su providencia Dios vinculó con la obra del mensaje del tercer ángel desde su mismo nacimiento.—Joyas de los Testimonios 2:270 (1889). 

Los hombres pueden valerse de un medio tras otro, y el enemigo tratará de seducir a las almas para apartarlas de la verdad, pero todos los que crean que el Señor ha hablado por medio de la Hna. White y le ha dado un mensaje, estarán seguros frente a los muchos engaños que vendrán en estos últimos días.—Mensajes Selectos 3:92 (1906). 

Habrá quienes pretenderán recibir visiones. Cuando Dios os dé evidencia clara de que la visión procede de él podéis aceptarla, pero no la aceptéis basándoos en ninguna otra evidencia, porque la gente será descarriada cada vez más en los países extranjeros y en los Estados Unidos.—Mensajes Selectos 2:82 (1905). 

Sus doctrinas bíblicas peculiares

El tiempo transcurrido en 1844 fue un período de grandes eventos, que abrió ante nuestros ojos asombrados la purificación del Santuario que se llevaba a cabo en el cielo, y tuvo una decidida relación con el pueblo Dios sobre la tierra; [también con] los mensajes del primero y segundo ángeles y con el tercero, y desplegó el estandarte en el cual estaba inscrito: “Los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Uno de los hitos de este mensaje fue el templo de Dios, visto en el cielo por su pueblo amante de la verdad, y el arca que contenía la ley de Dios. La luz del día de reposo del cuarto mandamiento resplandeció con sus fuertes rayos en el camino de los transgresores de la ley divina. La no inmortalidad de los malvados es un antiguo hito. No puedo recordar nada más que pueda colocarse bajo el título de los antiguos hitos.—Counsels to Writers and Editors, 30-31 (1889). 

La misión distintiva de los adventistas del séptimo día

El Señor nos ha hecho los depositarios de su ley; nos ha confiado una verdad sagrada y eterna, que debe darse a otros mediante advertencias fieles, reprensiones y [palabras de] aliento.—Testimonies for the Church 5:381 (1885). 

Los adventistas del séptimo día han sido elegidos por Dios como pueblo particular, separado del mundo. Con el gran instrumento de la verdad, los ha sacado de la cantera del mundo y los ha relacionado consigo. Ha hecho de ellos representantes suyos, y los ha llamado a ser sus embajadores durante esta última fase de la obra de salvación. Les ha encargado que proclamen al mundo la mayor suma de verdad que se haya confiado alguna vez a seres mortales, las advertencias más solemnes y terribles que Dios haya enviado alguna vez a los hombres.—Joyas de los Testimonios 3:140 (1902). 

En un sentido muy especial, los adventistas del séptimo día han sido colocados en el mundo como centinelas y transmisores de luz. A ellos ha sido confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que perece. La Palabra de Dios proyecta sobre ellos una luz maravillosa. Una obra de la mayor importancia les ha sido confiada: proclamar los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Ninguna otra obra puede ser comparada con esta y nada debe desviar nuestra atención de ella.—Joyas de los Testimonios 3:288 (1909). 

Razones de la organización de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

A medida que nuestros miembros fueron aumentando, resultó evidente que sin alguna forma de organización habría gran confusión, y la obra no se realizaría con éxito. La organización era indispensable para proporcionar sostén al ministerio, para dirigir la obra en nuevos territorios, para proteger tanto a las iglesias como a los ministros de los miembros indignos, para retener las propiedades de la iglesia, para la publicación de la verdad por medio de la prensa, y para muchos otros objetos [...]. 

Nos fue dada luz por su Espíritu en el sentido de que debía haber orden y disciplina cabal en la iglesia: la organización era esencial. El sistema y el orden se manifiestan en todas la obras de Dios y a través del universo. El orden es la ley del cielo, y debe ser la ley del pueblo de Dios en la tierra.—Testimonios para los Ministros, 26 (1902). 

La organización siempre será esencial

A menos que las iglesias estén organizadas de tal manera que puedan establecer e imponer el orden, no tienen ninguna esperanza que abrigar para el futuro.—Testimonies for the Church 1:270 (1862). 

¡Oh, cómo se regocijaría Satanás si lograse tener éxito en sus esfuerzos para penetrar entre este pueblo y desorganizar la obra en un tiempo en que la organización esmerada es esencial y constituirá el mayor poder para evitarlos movimientos espurios, y refutar los asertos que no son apoyados por la Palabra de Dios! Necesitamos sostener en forma pareja las riendas, a fin de que no se quebrante el sistema de organización y orden que fue edificado por una labor sobria y cuidadosa. No se debe dar licencia a los elementos desordenados que desean controlar la obra en este tiempo. 

Algunos han sostenido que a medida que nos acercamos al fin del tiempo, cada hijo de Dios actuará independientemente de cualquier organización religiosa. Pero el Señor me ha indicado que en esta obra no hay tal cosa como que cada hombre sea independiente.—Joyas de los Testimonios 3:406 (1909). 

A medida que nos acercamos a la crisis final, en lugar del sentimiento de que hay menos necesidad de orden y armonía de acción, debemos ser más sistemáticos de lo que hemos sido hasta ahora.—Mensajes Selectos 3:27 (1892). 

La autoridad especial de la iglesia de Dios

Dios ha investido a su iglesia con especial autoridad y poder que nadie puede sentirse justificado de desatender o despreciar, porque al hacerlo desprecia la voz de Dios.—Testimonies for the Church 3:417 (1875). 

Dios ha otorgado a su iglesia el más elevado poder bajo el cielo. Es la voz de Dios en su pueblo unido como iglesia, la cual debe ser respetada.—Testimonies for the Church 3:451 (1875). 

Un tiempo de debilidad y ceguera espirituales

Recibí confirmación acerca de todo lo que había declarado en Minneapolis, en cuanto a que debe realizarse una reforma en las iglesias. Deben producirse reformas, porque ha habido debilidad y ceguera espirituales en el pueblo que fue bendecido con gran luz y preciosas oportunidades y privilegios. Como reformadores, habían salido de las iglesias denominacionales, pero ahora juegan un papel semejante al que habían desempeñado las iglesias. Esperábamos que no habría necesidad de otra salida. Aunque procuraremos mantener la “unidad del Espíritu” en el vínculo de la paz, con la pluma y la voz no cesaremos de protestar contra el fanatismo.—The Ellen G. White 1888 Materials, 356-357 (1889). 

De aquellos que se jactan de su luz y sin embargo no andan en ella, Cristo dice: “Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaúm [adventistas del séptimo día, que han tenido gran luz], que eres levantada hasta el cielo [en materia de privilegios], hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy”.—The Review and Herald, 1 de agosto de 1893. 

La iglesia se encuentra en el estado laodicense. La presencia de Dios no está en su medio.—Notebook Leaflets from the Elmshaven Library 1:99 (1898).

Abuso de poder en la sede central de la iglesia

La Asociación General misma está corrompiéndose con equivocados sentimientos y principios [...]. 

Los hombres se han aprovechado de los que suponían que estaban bajo su jurisdicción. Estaban decididos a que esas personas se sometieran a sus condiciones; querían gobernar a toda costa [...]. 

El poder despótico que se ha desarrollado, como si el cargo hubiera convertido a los hombres en dioses, me hace temer, y debe producir temor. Es una maldición dondequiera se lo ejerza y quienquiera lo ponga en práctica.—Testimonios para los Ministros, 359-361 (1895). 

Hay demasiadas responsabilidades pesadas dadas a unos pocos hombres, y algunos no hacen de Dios su consejero. ¿Qué saben estos hombres de las necesidades de la obra en los países extranjeros? ¿Cómo pueden ellos saber cómo decidir los asuntos que les son sometidos en procura de información? Les requeriría tres meses a los que están en países extranjeros recibir una respuesta a sus preguntas, aun cuando no hubiera demora en la correspondencia.—Testimonios para los Ministros, 321 (1896). 

Aquellos que viven en países distantes no se atreven a hacer lo que su juicio les dice que es correcto, a menos que primeramente pidan permiso a Battle Creek. Antes de avanzar, esperan el Sí o el No de aquel lugar.—Speciial Testimonies, Series A 9:32 (1896). 

No es sabio escoger a un solo hombre como presidente de la Asociación General. La obra de la Asociación General se ha extendido, y algunas cosas se han hecho innecesariamente complicadas. Se ha manifestado una falta de discernimiento. Debe haber una división del campo, o debe idearse algún otro plan para cambiar el actual estado de cosas.—Testimonios para los Ministros, 342 (1896). 

Los dirigentes imprudentes no hablan por Dios

La voz de Battle Creek, que ha sido considerada como autoridad para aconsejar cómo debiera hacerse la obra, ya no es la voz de Dios.—Manuscript Releases 17:185 (1896). 

Han pasado algunos años desde que he considerado a la Asociación General como la voz de Dios.—Manuscript Releases 17:216 (1898). 

El hecho de que estos hombres debieran estar en un sitial sagrado, como si fueran la voz de Dios al pueblo, como creíamos que la Asociación General lo era, es un asunto del pasado.—The General Conference Bulletin, 3 de abril de 1901, p. 25. 

No se necesita una nueva denominación

Usted toma pasajes de los Testimonios que hablan de la terminación del tiempo de gracia, del zarandeo entre el pueblo de Dios, y usted habla del surgimiento de entre este pueblo de un pueblo más puro y más santo que se levantará. Todo esto agrada al enemigo [...]. Si muchos aceptaran las opiniones que usted presenta y hablaran y procedieran conforme a ellas, veríamos la más grande conmoción fanática que jamás se haya visto entre los adventistas del séptimo día. Esto es lo que desea Satanás.—Mensajes Selectos 1:210-211 (1890). 

El Señor no le ha dado un mensaje para que diga que los adventistas del séptimo día son Babilonia, y para que inste al pueblo de Dios a salir de ella. Todas las razones que usted sea capaz de presentar no pueden pesar en mi ánimo con relación a esto, porque el Señor me ha dado una información definida que se opone a tal mensaje [...]. 

Sé que el Señor ama a su iglesia, la cual no ha de ser desorganizada ni dispersada en átomos independientes. No existe la menor lógica en esto, ni hay la más mínima evidencia de que ocurrirá tal cosa.—Mensajes Selectos 2:72, 78 (1893). 

Os digo, hermanos míos, el Señor tiene un cuerpo organizado por medio del cual él trabaja [...]. Cuando alguien se está apartando del cuerpo organizado del pueblo que guarda los mandamientos de Dios, cuando comienza a pesar la iglesia en sus balanzas humanas y a pronunciar juicios contra ella, podéis saber que Dios no lo está dirigiendo. Está en el camino equivocado.—Mensajes Selectos 3:17, 19 (1893). 

Dios pondrá todo en orden

No hay necesidad de dudar ni de temer que la obra no tenga éxito. Dios encabeza la obra y él pondrá en orden todas las cosas. Si hay que realizar ajustes en la plana directiva de la obra, Dios se ocupará de eso y enderezará todo lo que esté torcido. Tengamos fe en que Dios conducirá con seguridad hasta el puerto el noble barco que lleva al pueblo de Dios.—Mensajes Selectos 2:449 (1892). 

¿No tiene Dios una iglesia viva? El tiene una iglesia, pero es la iglesia militante, no la iglesia triunfante. Lamentamos que haya miembros defectuosos, que haya cizaña en medio del trigo [...]. Aunque existen males en la iglesia, y los habrá hasta el fin del mundo, la iglesia ha de ser en estos postreros días luz para un mundo que está contaminado y corrompido por el pecado. La iglesia, debilitada y deficiente, que necesita ser reprendida, amonestada y aconsejada, es el único objeto de esta tierra al cual Cristo concede su consideración suprema.—Testimonios para los Ministros, 45, 49 (1893). 

Los baluartes de Satanás nunca triunfarán. La victoria acompañará al mensaje del tercer ángel. Así como el Capitán de las hueste del Señor derribó los muros de Jericó, el pueblo que guarda los mandamientos del Señor triunfará y todos los elementos opositores serán derrotados.—Testimonios para los Ministros, 410 (1898). 

Es urgente una distribución de responsabilidades

Lo que queremos ahora es una reorganización. Deseamos comenzar en el fundamento y edificar sobre un principio diferente [...]. 

Aquí hay hombres que están a la cabeza de nuestras diversas instituciones, de los intereses educacionales, y de las asociaciones en diferentes localidades y Estados. Todos ellos han de mantenerse como representantes, para tener voz en la tarea de moldear e idear los planes que deberán llevarse a cabo. Debe haber más que uno o dos o tres hombres para considerar todo el vasto campo. La obra es grande y no hay ninguna mente humana que pueda planear sola la obra que necesita hacerse [...]. 

Ahora deseo decir que Dios no ha puesto en nuestras filas ningún poder monárquico para controlar esta o aquella rama de la obra. La obra ha sido grandemente restringida por los esfuerzos de controlarla en cada área [...]. Debe haber una renovación, una reorganización; deben incorporarse en las comisiones un poder y una fuerza que son necesarios.—The General Conference Bulletin, 3 de abril de 1901, pp. 25-26. 

Deben formarse nuevas asociaciones. Fue de acuerdo con el plan de Dios que se organizase en Australia la Unión de asociaciones [...]. No es necesario escribir a Battle Creek, a miles de kilómetros, en busca de consejo, y luego tener que esperar semanas hasta que llegue una respuesta. Los que están precisamente en el lugar deben decidir qué se hará.—The General Conference Bulletin, 5 de abril de 1901, pp. 69-70. 

El congreso de la asociación general de 1901 responde

¿Quién suponen ustedes ha estado entre nosotros desde que comenzó esta Conferencia? ¿Quién ha mantenido a distancia los rasgos objetables que generalmente aparecen en una reunión como esta? ¿Quién ha caminado de arriba abajo por los pasillos de este tabernáculo? El Dios del cielo y sus ángeles. Y no vinieron aquí para despedazaros, sino para daros una mente cuerda y apacible. Han estado entre nosotros para obrar las obras de Dios, para mantener alejados a los poderes de las tinieblas, para que no sea obstaculizada la obra que Dios ha planeado que se haga. Los ángeles de Dios han estado trabajando entre nosotros [...]. 

Jamás en mi vida he estado más asombrada que al ver el giro que han tomado las cosas en esta reunión. Esta no es nuestra obra. Dios la ha originado. Se me había dado instrucción al respecto, pero no pude comprenderla hasta que en esta reunión se completó la elaboración de los planes. Los ángeles de Dios han estado caminando de un lado al otro entre esta congregación. Quiero que cada uno de vosotros recuerde esto, y también quiero que recordéis que Dios ha dicho que sanará las heridas de su pueblo.—The General Conference Bulletin, 25 de abril de 1901, pp. 463-464. 

El Señor obró poderosamente en favor de su pueblo durante [el congreso de] la Asociación General. Cada vez que pienso sobre esa reunión, viene sobre mí una dulce solemnidad, que envía un resplandor de gratitud a mi alma. Hemos visto las pisadas majestuosas del Señor nuestro Redentor. Alabamos su santo nombre porque él ha traído liberación a su pueblo.—The Review and Herald, 26 de noviembre de 1901. 

Ha sido necesario organizar uniones de asociaciones, para que la Asociación General no ejerza una dictadura sobre todas las asociaciones separadas. El poder conferido a la Asociación [General] no debe centrarse en un hombre o dos o seis; debe haber un concilio de hombres sobre las divisiones separadas.—Manuscrito 26, 3 de abril de 1903. 

Se reafirma la confianza en la organización de la Iglesia Adventista

Ahora no podemos alejarnos del fundamento que Dios ha colocado. No podemos entrar en ninguna nueva organización, porque esto significaría apostatar de la verdad.—Mensajes Selectos 2:449 (1905). 

Se me ha instruido que diga a los adventistas de todo el mundo que Dios nos ha llamado como un pueblo que ha de constituir un tesoro especial para él. El ha dispuesto que su iglesia en la tierra permanezca perfectamente unida en el Espíritu y el consejo del Señor de los ejércitos hasta el fin del tiempo.—Mensajes Selectos 2:458 (1908). 

A veces, cuando un pequeño grupo de hombres encargados del manejo general de la obra, procuró ejecutar en nombre de la Asociación General planes imprudentes y restringir la obra de Dios, he dicho que ya no podía considerar la voz de la Asociación General, representada por estos pocos hombres, como la voz de Dios. Pero esto no es decir que no deban respetarse las decisiones de un congreso de la Asociación General compuesto de una asamblea de hombres debidamente nombrados como representantes de todas partes del campo. 

Dios ordenó que tengan autoridad los representantes de su iglesia de todas partes de la tierra, cuando están reunidos en el congreso de la Asociación General. El error que algunos se hallan en el peligro de cometer estriba en dar a la mente y al juicio de un solo hombre o de un pequeño grupo de hombres, la plena medida de autoridad e influencia que Dios ha investido en su iglesia, en el juicio y la voz de la Asociación General congregada para planear la prosperidad y el progreso de su obra.—Joyas de los Testimonios 3:408-409 (1909). 

Dios ha investido a su iglesia con especial autoridad y poder, que nadie tiene derecho de desatender y despreciar; porque el que lo hace desprecia la voz de Dios.—Los Hechos de los Apóstoles, 133 (1911). 

Me siento animada y bendecida al comprender que el Dios de Israel sigue conduciendo a su pueblo y que continuará con él hasta el fin.—Mensajes Selectos 2:470 (1913). 

Una declaración de W. C. White

Le dije [a la Sra. Lida Scott] cómo mi madre consideraba la experiencia de la iglesia remanente, y en cuanto a su enseñanza positiva de que Dios no permitiría que esta denominación apostatase tan completamente que ocurriese el surgimiento de otra iglesia.—W. C. White a E. E. Andross, el 23 de mayo de 1915, Archivo de correspondencia de la Corporación White. 

Todavía se necesita un reavivamiento espiritual

Cierto mediodía estaba escribiendo sobre la obra que podría haberse hecho en el último congreso de la Asociación General [1901] si los hombres en cargos de confianza hubiesen seguido la voluntad y el camino de Dios. Aquellos que habían tenido gran luz no habían caminado en ella. La reunión terminó y no se había efectuado un cambio de actitud. Los hombres no se humillaron ante el Señor como deberían haberlo hecho, y el Espíritu Santo no fue impartido. 

Había escrito hasta ese punto cuando perdí el conocimiento, y me pareció estar presenciando una escena en Battle Creek. 

Estábamos reunidos en el auditorio del Tabernáculo. Se ofreció una oración, se cantó un himno, y nuevamente se ofreció una oración. Se hizo ante Dios una muy ferviente súplica. La reunión se caracterizaba por la presencia del Espíritu Santo [...]. 

Nadie parecía demasiado orgulloso como para no hacer una confesión sincera, y los que tomaron la iniciativa en este proceder eran los que tenían influencia, pero que antes no habían tenido el valor de confesar sus pecados. 

Había un regocijo como nunca antes se había oído en el Tabernáculo. 

Entonces desperté de mi inconsciencia, y por un rato no pude darme cuenta dónde estaba. Mi pluma estaba aún en mi mano. Se me dijeron estas palabras: “Esto es lo que podría haber sido. El Señor estaba esperando para hacer todo esto en favor de su pueblo. Todo el cielo estaba esperando para manifestar su benevolencia”. Pensé en dónde podríamos haber estado si en el último congreso de la Asociación General se hubiera realizado una obra cabal.—Testimonies for the Church 8:104-106, 5 de enero de 1903. 

Me he sentido profundamente impresionada por las escenas que recientemente han pasado ante mí en horas de la noche. Parecía que un gran movimiento—un reavivamiento—se producía en muchos lugares. Nuestros hermanos estrechaban filas en respuesta al llamado de Dios.—Testimonios para los Ministros, 515 (1913). 

La paciencia de Dios con su pueblo

La iglesia ha fallado, tristemente fallado, en satisfacer las expectativas de su Redentor, y sin embargo el Señor no se retira de su pueblo. Todavía los soporta, no porque se encuentre en ellos ninguna virtud, sino para que el nombre de Dios no sea deshonrado ante los enemigos de la verdad y la justicia, para que las agencias satánicas no puedan triunfar destruyendo al pueblo de Dios. Él ha soportado pacientemente su indocilidad, incredulidad e insensatez. Los ha disciplinado con maravillosa paciencia y compasión. Si ellos oyen su instrucción, él los limpiará de sus tendencias perversas, salvándolos con una salvación eterna y convirtiéndolos en monumentos eternos del poder de su gracia.—The Signs of the Times, 13 de noviembre de 1901. 

Deberíamos recordar que la iglesia, aunque débil y defectuosa, constituye el único objeto en la tierra al cual Cristo otorga su consideración suprema. Él la observa constantemente lleno de solicitud por ella, y la fortalece mediante su Espíritu Santo.—Mensajes Selectos 2:457 (1902). 

Dios trabaja con aquellos que le son fieles

El Señor Jesús siempre tendrá un pueblo escogido que le sirva. Cuando el pueblo judío rechazó a Cristo, el Príncipe de la vida, él les quitó el reino de Dios y lo dio a los gentiles. Dios continuará obrando en base a este principio con cada rama de su obra. 

Cuando una iglesia demuestra que es infiel a la palabra del Señor, cualquiera sea su posición, y por alta y sagrada que sea su vocación, el Señor ya no puede trabajar con ellos. Otros son entonces escogidos para llevar importantes responsabilidades. Pero si a su vez estos no purifican sus vidas de toda acción incorrecta, si no establecen principios puros y santos en todos sus límites, entonces, dolorosamente, el Señor los afligirá y humillará, y, a menos que se arrepientan, los quitará de su lugar y hará de ellos un motivo de ignominia.—Manuscript Releases 14:102 (1903). 

Juzgados por la luz concedida

La Iglesia Adventista del Séptimo Día debe ser pesada en la balanza del Santuario. Será juzgada conforme a las ventajas que haya recibido. Si su experiencia espiritual no corresponde a los privilegios que el sacrificio de Cristo le tiene asegurados; si las bendiciones conferidas no la capacitaron para cumplir la obra que se le confió, se pronunciará contra ella la sentencia: “Hallada falta”. Será juzgada según la luz y las ocasiones que le fueron deparadas [...]. 

Las solemnes advertencias que nos han sido dadas por la destrucción de instituciones valiosas y útiles, nos dicen: “Recuerda por tanto de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras”. Apocalipsis 2:5. [...] 

A menos que la iglesia contaminada por la apostasía se arrepienta y se convierta, comerá del fruto de sus propias obras, hasta que se aborrezca a sí misma. Si resiste el mal y busca el bien; si busca a Dios con toda humildad y responde a su vocación celestial en Jesucristo; si permanece sobre la plataforma de la verdad eterna, y si por fe realiza los planes que han sido trazados a su respecto, ella será sanada. Aparecerá en la sencillez y pureza que provienen de Dios, exenta de todo compromiso terrenal, demostrando que la verdad la ha hecho realmente libre. Entonces sus miembros serán verdaderamente elegidos de Dios para ser sus representantes.—Joyas de los Testimonios 3:251-252, 254, 21 de abril 1903. 

La historia de Israel es una advertencia para nosotros

En estos últimos días el pueblo de Dios será expuesto a los mismos peligros que enfrentó el antiguo Israel. Aquellos que no reciban las advertencias que Dios da, caerán en los mismos peligros en los que cayó el antiguo Israel y no entrarán en el descanso debido a su incredulidad. El antiguo Israel sufrió calamidades debido a sus corazones no santificados y sus voluntades indóciles. Su rechazo final como nación fue el resultado de su propia incredulidad, confianza propia, impenitencia, ceguera de mente y dureza de corazón. En su historia tenemos una señal de peligro que se levanta ante nosotros. 

“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo [...]. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio”. Hebreos 3:12, 14.—Carta 30, 1895. 

La iglesia militante es imperfecta

La iglesia militante no es la iglesia triunfante, y la tierra no es el cielo. La iglesia está compuesta de hombres y mujeres falibles, imperfectos, que no son sino aprendices en la escuela de Cristo, para ser instruidos, disciplinados, educados, para esta vida y para la vida futura, inmortal.—The Signs of the Times, 4 de enero de 1883. 

Algunas personas parecen pensar que al entrar en la iglesia serán cumplidas sus expectativas, y hallarán solamente personas puras y perfectas. Son celosas en su fe, y cuando ven faltas en los miembros de la iglesia, dicen: “Nosotros abandonamos el mundo para no tener ninguna asociación con individuos malos, pero el mal se halla aquí también”; y preguntan, como los siervos de la parábola: “¿De dónde, pues, tiene cizaña?” Pero no necesitamos chasquearnos así, pues el Señor no nos autoriza a sacar la conclusión de que la iglesia es perfecta; y todo nuestro celo no nos permitirá tener éxito en lograr que la iglesia militante sea tan pura como la iglesia triunfante.—Testimonios para los Ministros, 47 (1893). 

La iglesia triunfante será fiel y semejante a Cristo

La obra pronto ha de terminar. Los miembros de la iglesia militante que han demostrado ser fieles integraran la iglesia triunfante.—El Evangelismo, 512 (1892). 

La vida de Cristo era una vida llena con un mensaje divino del amor de Dios, y él ansiaba intensamente impartir este amor a otros en una rica medida. Su semblante resplandecía de compasión, y su conducta se caracterizaba por la gracia, la humildad, la verdad y el amor. Cada miembro de su iglesia militante debe manifestar las mismas virtudes, si quiere unirse a la iglesia triunfante.—Fundamentals of Christian Education, 179 (1891). 

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