Eventos de los Últimos Días capítulo 6
Capítulo 6—Estilo de vida y actividades del remanente
Un espíritu de servicio y de sacrificio propio
Largo tiempo ha esperado Dios que el espíritu de servicio se posesione de la iglesia entera, de suerte que cada miembro trabaje por él según su capacidad. Cuando los miembros de la iglesia de Dios efectúen su labor señalada en los campos menesterosos de su país y del extranjero, en cumplimiento de la comisión evangélica, pronto será amonestado el mundo entero, y el Señor Jesús volverá a la tierra con poder y grande gloria.—Los Hechos de los Apóstoles, 91 (1911).
En todas partes hay tendencia a reemplazar el esfuerzo individual por la obra de las organizaciones. La sabiduría humana tiende a la consolidación, a la centralización, a crear grandes iglesias e instituciones. Muchos dejan a las instituciones y organizaciones la tarea de practicar la beneficencia; se eximen del contacto con el mundo, y sus corazones se enfrían. Se absorben en sí mismos y se incapacitan para recibir impresiones. El amor a Dios y a los hombres desaparece de su alma.
Cristo encomienda a sus discípulos una obra individual, que no se puede delegar. La atención a los enfermos y a los pobres y la predicación del Evangelio a los perdidos, no deben dejarse al cuidado de juntas u organizaciones de caridad. El Evangelio exige responsabilidad y esfuerzo individuales, sacrificio personal.—El Ministerio de Curación, 105-06 (1905).
“Negociad entre tanto que vengo”
Cristo dice: “Negociad entre tanto que vengo”. Lucas 19:13. Quizás pasen apenas unos pocos años hasta que termine la historia de nuestra vida, pero debemos negociar hasta entonces.—The Review and Herald, 21 de abril de 1896.
Cristo quisiera que cada uno se educase a sí mismo para reflexionar con calma en cuanto a su segunda aparición. Todos han de investigar la Palabra de Dios diariamente, pero sin descuidar los deberes presentes.—Carta 28, 1897.
Cristo declaró que cuando él venga algunos miembros de su pueblo que lo espera, estarán ocupados en transacciones comerciales. Algunos estarán sembrando en el campo; otros, segando y recogiendo la cosecha; y otros, moliendo en el molino. No es la voluntad de Dios que sus escogidos abandonen los deberes y responsabilidades de la vida y se entreguen a una contemplación ociosa, viviendo en un sueño religioso.—Manuscrito 18a, 1901.
Llenad esta vida con todas las buenas obras que os sea posible hacer.—Joyas de los Testimonios 2:190 (1889).
Como si cada día pudiera ser el último
Debemos velar, obrar y orar como si este fuese el último día que se nos concede.—Joyas de los Testimonios 2:60 (1882).
Nuestra única seguridad consiste en realizar nuestro trabajo cada día según se nos presenta: trabajando, velando, esperando, dependiendo cada momento de la fuerza de Aquel que estuvo muerto y que vive otra vez, que vive para siempre.—Carta 66, 1894.
Cada mañana consagraos a Dios con vuestros hijos. No contéis con los meses ni los años; no os pertenecen. Solo el día presente es vuestro. Durante sus horas, trabajad por el Maestro, como si fuese vuestro último día en la tierra. Presentad todos vuestros planes a Dios, a fin de que él os ayude a ejecutarlos o abandonarlos según lo indique su Providencia.—Joyas de los Testimonios 3:93 (1902).
Una concienzuda observancia del sábado
Nuestro Padre celestial desea preservar un conocimiento de sí mismo entre los hombres mediante la observancia del sábado. Desea que el sábado dirija nuestras mentes a él como el Dios verdadero y viviente, y que al conocerlo podamos tener vida y paz.—Testimonies for the Church 6:349 (1900).
Durante toda la semana hemos de recordar el sábado y hacer preparativos para observarlo de acuerdo con el mandamiento. No hemos de observar el sábado meramente como un asunto legal. Hemos de comprender su relación espiritual con todas las transacciones de la vida [...].
Cuando el sábado se recuerda de esta manera, no se permitirá que lo temporal se inmiscuya en lo espiritual. No debiera dejarse para el sábado ningún deber que corresponde a los seis días de trabajo.—Testimonies for the Church 6:353-354 (1900).
El hombre también tiene una obra que cumplir en sábado: atender las necesidades de la vida, cuidar a los enfermos, proveer a los menesterosos. No será tenido por inocente quien descuide el alivio del sufrimiento ese día. El santo día de reposo de Dios fue hecho para el hombre, y las obras de misericordia están en perfecta armonía con su propósito. Dios no desea que sus criaturas sufran una hora de dolor que pueda ser aliviada en sábado o cualquier otro día.—El Deseado de Todas las Gentes, 177 (1898).
Fidelidad en los diezmos y ofrendas
El diezmo es sagrado, reservado por Dios para él mismo. Debe traérselo a su tesorería a fin de ser usado para sostener a los obreros evangélicos en su trabajo [...]. Leed cuidadosamente el capítulo 3 de Malaquías y ved lo que Dios dice sobre el diezmo.—Testimonies for the Church 9:249 (1909).
El Nuevo Testamento no promulga de nuevo la ley del diezmo, como tampoco la del sábado, porque la validez de ambas se da por establecida y su profundo significado espiritual se considera explicado.—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 70 (1882).
El Señor llama hoy a los adventistas del séptimo día, en todo lugar, para que se consagren enteramente a él, haciendo todo lo que esté a su alcance para su obra, según las circunstancias en que se encuentren. El desea verles mostrar, por medio de dones y ofrendas generosas, cuánto aprecian sus bendiciones y cuánta gratitud sienten por su misericordia.—Joyas de los Testimonios 3:350-351 (1909).
Una caridad moribunda es un pobre sustituto para una benevolencia viviente.—Testimonies for the Church 5:155 (1882).
Las necesidades de la causa aumentarán continuamente a medida que nos acerquemos al fin del tiempo.—Testimonies for the Church 5:156 (1882).
Se nos ha puesto a prueba en este mundo a fin de determinar nuestra aptitud para la vida futura. No podrá entrar en el cielo ninguna persona cuyo carácter haya sido contaminado por la fea mancha del egoísmo. Por lo tanto, Dios nos prueba aquí entregándonos posesiones temporales a fin de que el uso que hagamos de ellas demuestre si se nos pueden confiar las riquezas eternas.—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 24 (1893).
Estableced nuevas instituciones
Algunos quizás digan: “Si el Señor viene pronto, ¿qué necesidad existe de establecer colegios, hospitales y fábricas de alimentos? ¿Qué necesidad hay de que nuestros jóvenes aprendan oficios?”
Es el designio del Señor que cultivemos constantemente los talentos que nos ha dado. No podemos hacerlo a menos que los usemos. La perspectiva de la pronta venida de Cristo no debiera conducirnos a la ociosidad.
Al contrario, debiera impulsamos a hacer todo lo que podamos para bendecir y beneficiar a la humanidad.—Medical Ministry, 268 (1902).
Debe hacerse una gran obra en todo el mundo, y debido a que el fin está cerca, nadie llegue a la conclusión de que no es necesario realizar un esfuerzo especial para levantar las diferentes instituciones según la causa lo demande [...]. Cuando el Señor nos ordene que no realicemos más esfuerzos para construir lugares de reuniones y para establecer escuelas, hospitales e instituciones publicadoras, entonces será el tiempo cuando hemos de cruzar nuestras manos y permitir que el Señor termine la obra; pero ahora tenemos la oportunidad de mostrar nuestro celo por Dios y nuestro amor por la humanidad.—Testimonies for the Church 6:440 (1900).
Obra médico-misionera
Cuando la agresión religiosa subvierta las libertades de nuestra nación, aquellos que estén de parte de la libertad de conciencia serán colocados en una posición desfavorable. Mientras tienen oportunidad, debieran por su propio bien adquirir conocimiento respecto a las enfermedades, sus causas, prevención y cura. Y aquellos que hagan esto, por todas partes encontrarán un campo de labor. Habrá sufrientes en abundancia que necesitarán ayuda, no solo entre los de nuestra fe sino mayormente entre aquellos que no conocen la verdad.—Counsels on Health, 506 (1892).
Deseo deciros que pronto no habrá obra en la línea ministerial sino obra médico-misionera.—Counsels on Health, 533 (1901).
El pueblo de Dios valora su salud
Me fue mostrado que la reforma de salud es una parte del mensaje del tercer ángel, y que está tan estrechamente relacionada con él como el brazo y la mano lo están con el cuerpo humano.—Testimonies for the Church 1:486 (1867).
Debemos presentar el té, el café, el tabaco y el alcohol como complacencias pecaminosas. No podemos colocar en el mismo plano la carne, los huevos, la mantequilla, el queso y alimentos semejantes que se sirven sobre la mesa. Estas cosas no deben destacarse como si fueran lo principal de nuestra obra. Las cosas antes mencionadas—el té, el café, el tabaco, la cerveza, el vino y todas las bebidas alcohólicas—no deben tomarse [ni] moderadamente, sino que deben ser descartadas.—Mensajes Selectos 3:328 (1881).
La verdadera temperancia nos enseña a abstenernos por completo de todo lo perjudicial, y a usar cuerdamente lo que es saludable.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 605 (1890).
El aire puro, el sol, la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimenticio conveniente, el agua y la confianza en el poder divino son los verdaderos remedios.—El Ministerio de Curación, 89 (1905).
Lo perjudicial para la salud, no solo reduce el vigor físico, sino que tiende a debilitar las facultades intelectuales y morales. Al ceder a cualquier práctica antihigiénica dificultamos la tarea de discernir entre el bien y el mal, y nos inhabilitamos para resistir el mal.—El Ministerio de Curación, 90 (1905).
Volved a la dieta original
Dios está tratando de conducirnos de vuelta, paso a paso, a su designio original, a saber, que el hombre debiera subsistir en base a los productos naturales de la tierra. El consumo de carne con el tiempo será eliminado entre aquellos que están esperando la venida del Señor; la carne dejará de formar parte de su dieta. Debiéramos mantener este objetivo en vista y tratar de trabajar firmemente en esa dirección.—Counsels on Health, 450 (1890).
Debieran verse mayores reformas entre el pueblo que pretende aguardar la pronta aparición de Cristo. La reforma de salud tiene que hacer entre nuestro pueblo una obra que todavía no ha sido hecha. Hay quienes deberían despertar respecto al peligro del consumo de carne, que todavía consumen la carne de animales, arriesgando así la salud física, mental y espiritual. Muchos que ahora están solo medio convertidos sobre el asunto del consumo de carne, saldrán del pueblo de Dios para no caminar más con ellos.—The Review and Herald, 27 de mayo de 1902.
Tiempo para ayunar y orar
Ahora y hasta el fin del tiempo, el pueblo de Dios debiera ser más ferviente, más despierto, no confiando en su propia sabiduría sino en la de su Dirigente. Debieran apartar días para el ayuno y la oración. Quizás no se requiera una abstinencia completa de alimento, pero debieran comer frugalmente de los alimentos más sencillos.—Counsels on Diet and Foods, 188-189 (1904).
El verdadero ayuno que debiera recomendarse a todos es la abstinencia de toda clase de alimento estimulante, y el uso apropiado de alimentos saludables, sencillos, que Dios ha provisto en abundancia. Los hombres necesitan pensar menos sobre lo que comerán y beberán como alimento temporal, y mucho más en cuanto al alimento del cielo, que dará tono y vitalidad a toda la experiencia religiosa.—Medical Ministry, 283 (1896).
La levadura de la piedad no ha perdido todo su poder. En el tiempo en que son mayores el peligro y la depresión de la iglesia, el pequeño grupo que se mantiene en la luz estará suspirando y clamando por las abominaciones que se cometen en la tierra. Pero sus oraciones ascenderán más especialmente en favor de la iglesia, porque sus miembros están obrando a la manera del mundo.—Joyas de los Testimonios 2:64 (1882).
Entera confianza en Dios
A causa de obreros no consagrados, a veces las cosas marcharán mal. Podéis llorar por el resultado de la conducta equivocada de otros, pero no os preocupéis. La obra está bajo la supervisión del bendito Maestro. Todo lo que él pide es que los obreros acudan a él para recibir sus órdenes y obedecer sus instrucciones. Él lleva sobre su corazón todas las partes de la obra: nuestras iglesias, misiones, escuelas sabáticas, instituciones. ¿Por qué preocuparse? El intenso anhelo de ver a la iglesia imbuida de vida debe atemperarse con una entera confianza en Dios [...].
Nadie les exija demasiado a las facultades que Dios le ha dado en un esfuerzo por hacer avanzar más rápidamente la obra del Señor. El poder del hombre no puede apresurar la obra; a esto debe unirse el poder de las inteligencias celestiales [...]. Aunque todos los obreros que ahora llevan las cargas más pesadas fuesen puestos a un lado, la obra de Dios seguiría adelante.—Testimonies for the Church 7:298 (1902).
Culto de familia
Por la noche y por la mañana uníos con vuestros hijos en el culto a Dios, leyendo su Palabra y cantando sus alabanzas. Enseñadles a repetir la ley de Dios.—El Evangelismo, 364 (1904).
Sean cortas y animadas las reuniones del culto familiar. No permitáis que vuestros hijos o cualquier otro miembro de la familia les tengan miedo por ser tediosos o faltos de interés. Cuando se lee un capítulo largo y se lo explica y se eleva una larga oración, este precioso servicio se hace cansador y es un alivio cuando termina [...].
Elija el padre una porción de las Escrituras que sea interesante y fácil de entender; serán suficientes unos pocos versículos para dar una lección que pueda ser estudiada y practicada durante el día. Se pueden hacer algunas preguntas. Pueden presentarse a manera de ilustración unas pocas, serias e interesantes observaciones, cortas y al punto. Por lo menos debieran cantarse unas pocas estrofas de un himno animado, y la oración que se eleve debe ser corta y al punto. El que dirige en oración no debiera orar por todas las cosas, sino que debiera expresar sus necesidades con palabras sencillas y su alabanza a Dios con gratitud.—Conducción del Niño, 493-494 (1884).
Cuidad la relación con el mundo
Se cita Apocalipsis 18:1-3. Mientras resuena este mensaje, mientras la proclamación de la verdad está haciendo su obra de separación, nosotros, como fieles centinelas de Dios, debemos discernir cuál es nuestra verdadera posición. No debemos confederarnos con los mundanos, no sea que lleguemos a imbuirnos de su espíritu, y, que nuestro discernimiento espiritual se vuelva confuso y veamos a aquellos que tienen la verdad y llevan el mensaje del Señor desde el punto de vista de las iglesias cristianas nominales. Al mismo tiempo, no hemos de ser como los fariseos y mantenernos alejados de ellos.—The Ellen G. White 1888 Materials, 1161 (1893).
Aquellos que están velando y esperando la aparición de Cristo en las nubes del cielo, no se mezclarán con el mundo en asociaciones de placer y en reuniones donde meramente buscan divertirse.—Manuscrito 4, 1898.
No es el plan de Dios que nos liguemos mediante contratos o en sociedad o asociaciones comerciales con aquellos que no son de nuestra fe.—The Review and Herald, 4 de agosto de 1904.
Debiéramos unirnos con otra gente tanto como podamos hacerlo sin sacrificar los principios. Esto no significa que tengamos que ingresar en sus logias y sociedades, sino que sepan que simpatizamos de todo corazón con la causa de la temperancia.—La Temperancia, 195 (1884).
La recreación que Cristo aprueba
Es privilegio y deber de los cristianos tratar de refrescar sus espíritus y vigorizar sus cuerpos mediante la recreación inocente, con el fin de usar sus facultades físicas y mentales para la gloria de Dios.—Mensajes para los Jóvenes, 362 (1871).
Los cristianos tienen a su disposición muchas fuentes de felicidad y pueden decir con exactitud infalible qué placeres son lícitos y buenos. Gozarán de las recreaciones que no disipen la mente ni rebajen el alma, que no desilusionen ni dejen tras sí una triste influencia que destruye el respeto propio u obstruye el camino de la utilidad. Si pueden llevar consigo a Jesús y mantener un espíritu de oración, están perfectamente seguros.—Mensajes para los Jóvenes, 35 (1884).
Debemos conducirnos y dirigir nuestras reuniones de tal manera, que al volver a nuestros hogares podamos tener una conciencia libre de ofensa hacia Dios y lo hombres; una seguridad de que no hemos herido ni perjudicado en nada a aquellos con quienes hemos estado asociados, ni hemos ejercido una influencia perjudicial sobre ellos [...].
No será peligrosa cualquier diversión a la cual podáis dedicaros y pedir con fe la bendición de Dios. Pero cualquier diversión que os descalifique para la oración secreta, para la devoción ante el altar de la oración, o para tomar parte en la reunión de oración, no solo no es segura, sino peligrosa.—Mensajes para los Jóvenes, 274 (1913).
Música que eleva
Así como los israelitas cuando andaban por el desierto alegraron su camino con la música del canto sagrado, Dios invita a sus hijos de hoy a alegrar por el mismo medio su vida de peregrinaje. Pocos medios hay más eficaces para grabar sus palabras en la memoria, que el de repetirlas en el canto. Y un canto tal tiene poder maravilloso. Tiene poder para subyugar naturalezas rudas e incultas; para avivar el pensamiento y despertar simpatía; para promover la armonía de acción y desvanecer la melancolía y los presentimientos que destruyen el valor y debilitan el esfuerzo.—La Educación, 163 (1903).
La música forma parte del culto tributado a Dios en los atrios celestiales, y en nuestros cánticos de alabanza debiéramos procurar aproximarnos tanto como sea posible a la armonía de los coros celestiales [...]. El canto, como parte del servicio religioso, es tanto un acto de culto como lo es la oración.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 645 (1890).
El uso de instrumentos musicales no es de ninguna manera objetable. Estos se utilizaron en el servicio religioso en la antigüedad. Los adoradores alababan a Dios por medio del arpa y el címbalo, y la música debiera tener su lugar en nuestros cultos.—El Evangelismo, 365 (1898).
La televisión y el teatro
El teatro está entre las fuentes más peligrosas de placer. En vez de ser una escuela de moralidad y virtud, como tan a menudo se sostiene, es precisamente un semillero de inmoralidad. Debido a estos entretenimientos, se fortalecen y confirman hábitos depravados y propensiones pecaminosas. Cantos vulgares, gestos, expresiones y actitudes sensuales depravan la imaginación y degradan la moral.
Todo joven que asiste habitualmente a esos espectáculos, se corromperá. No hay en nuestro país una influencia más poderosa para envenenar la imaginación, destruir las impresiones religiosas y embotar el gusto por los placeres tranquilos y las sobrias realidades de la vida, que los entretenimientos teatrales. El amor por estas escenas aumenta cada vez que nos solazamos en ellas, así como el deseo de bebidas intoxicantes se fortalece con su uso.—Testimonies for the Church 4:652-653 (1881).
No podría invocarse la bendición de Dios sobre la hora pasada en el teatro o en la sala de baile. Ningún cristiano querría encontrar la muerte en semejante lugar. Nadie querría ser hallado allí cuando Cristo venga.—Mensajes para los Jóvenes, 282 (1882).
Los únicos entretenimientos seguros son aquellos que no ahuyentan los pensamientos religiosos y serios; los únicos lugares seguros adonde podemos acudir son aquellos adonde podemos llevar a Jesús con nosotros.—Nuestra Elavada Vocacion, 286 (1883).
La vestimenta y los adornos
No hay necesidad de hacer del asunto del vestido el punto principal de vuestra religión. Hay algo más valioso de lo cual hablar. Hablad de Cristo, y cuando el corazón esté convertido, todo lo que no esté en armonía con la Palabra de Dios, se eliminará.—El Evangelismo, 201 (1889).
Si somos cristianos, seguiremos a Cristo aunque el camino que debamos seguir sea opuesto a nuestras inclinaciones naturales. No vale la pena deciros que no debéis usar esto o lo otro, pues si el amor de esas cosas vanas está en vuestro corazón, el desprenderos de vuestros adornos será tan solo como cortar el follaje de un árbol. Las inclinaciones del corazón natural se manifestarán nuevamente. Debéis estar convencidos en vuestra conciencia.—Conducción del Niño, 404 (1892).
Ruego a nuestros hermanos que se conduzcan cuidadosa y circunspectamente delante de Dios. Sigan las costumbres en el vestido mientras estén de acuerdo con los principios de salud. Vístanse nuestras hermanas sencillamente, como muchas lo hacen; que el vestido sea de material bueno y durable, aprobado para esta edad, y que la cuestión del vestido no llene la mente. Nuestras hermanas debieran vestirse con sencillez. Debieran vestirse, con una ropa modesta, con pudor y sobriedad. Dad al mundo una ilustración viviente del adorno interno de la gracia de Dios.—Mensajes Selectos 3:276-277 (1897).
La apariencia exterior es un índice de lo que hay en el corazón.—Testimonies for the Church 1:136 (1856).
La necesidad de publicaciones
Debieran imprimirse publicaciones, escritas en el lenguaje más claro y sencillo, explicando los temas de vital interés y dando a conocer las cosas que sobrevendrán sobre el mundo.—HM 1 de febrero de 1890.
Los mensajes del primero y del segundo ángeles fueron dados en 1843 y 1844, y ahora estamos bajo la proclamación del tercero, pero todos ellos deben todavía proclamarse [...]. Debemos dar al mundo estos mensajes en forma de publicaciones, en discursos, mostrando en la línea de la historia profética las cosas que han ocurrido y las que vendrán.—Counsels to Writers and Editors, 26-27 (1896).
Debe hablarse la verdad pura en folletos y panfletos, y estos deben esparcirse como las hojas del otoño.—Testimonies for the Church 9:230 (1897).
Patriarcas y profetas, Daniel y Apocalipsis y El conflicto de los siglos son más necesarios ahora que nunca antes. Deben ser más ampliamente difundidos porque las verdades que destacan abrirán muchos ojos ciegos.—El Colportor Evangélico, 127 (1905).
Mientras continúe el tiempo de gracia habrá oportunidad para que el colportor trabaje.—Testimonies for the Church 6:478 (1900).
Que no haya estocadas agudas en nuestras revistas
Aquellos que escriben para nuestras revistas no han de asestar estocadas rudas ni hacer alusiones que ciertamente harán daño y obstruirán el camino y nos impedirán hacer la obra que debiéramos hacer a fin de llegar a todas las clases, incluyendo a los católicos. Nuestra obra es hablar la verdad con amor, y no mezclarla con elementos no santificados del corazón natural que tienen el sabor del mismo espíritu poseído por nuestros enemigos [...].
No debemos usar palabras duras y cortantes. Excluidlas de todo artículo escrito, eliminadlas de todo discurso que se dé. Permitid que la Palabra de Dios haga la tarea de cortar, de reprender; que los hombres finitos se oculten y moren en Jesucristo.—Testimonies for the Church 9:240-241, 244 (1909).
Debiéramos extirpar cada expresión en nuestros escritos y declaraciones que, si se toman en sí mismas, pueden interpretarse mal y hacer que parezcan antagónicas a la ley y el orden. Todo debe considerarse cuidadosamente, no sea que quede registrado que estamos declarando cosas que nos harán aparecer como desleales a nuestro país y a sus leyes.—Carta 36, 1895.
El cristianismo no se manifiesta por acusaciones pugilísticas y condenatorias.—Joyas de los Testimonios 3:48 (1900).
Desconfiad de cuestiones laterales
Dios no ha pasado por alto a su pueblo ni ha elegido a un hombre solitario aquí y otro allí como los únicos dignos de que se les confíe su verdad. No da a un hombre una nueva luz contraria a la fe establecida del cuerpo. En todas las reformas se han levantado hombres que aseveraban esto [...]. Nadie debe tener confianza en sí mismo, como si Dios le hubiese dado una luz especial más que a sus hermanos [...].
Uno acepta alguna idea nueva y original que no parece estar en conflicto con la verdad. Se espacia en ella hasta que le parece que está revestida de belleza e importancia, porque Satanás tiene poder para dar esa falsa apariencia. Al fin llega a ser el tema que lo absorbe todo, el único gran punto alrededor del cual gira todo, y la verdad queda desarraigada del corazón [...].
Os amonesto a que desconfiéis de estas cuestiones laterales, que tienden a distraer la mente de la verdad. Nunca es el error inofensivo ni santifica, sino que siempre produce confusión y disensión.—Joyas de los Testimonios 2:103-104 (1885).
Recalcad la unidad, no las diferencias
Hay mil tentaciones disfrazadas y preparadas para aquellos que tienen la luz de la verdad; y la única seguridad para cualquiera de nosotros consiste en no recibir ninguna nueva doctrina, ninguna nueva interpretación de las Escrituras, sin someterla primero a hermanos de experiencia. Presentádsela con un espíritu humilde y dispuesto a recibir enseñanza, con ferviente oración, y si ellos no la aceptan, ateneos a su juicio; porque “en la multitud de consejeros hay seguridad” [...].
Se levantarán hombres y mujeres, profesando tener alguna nueva luz o alguna nueva revelación que tenderá a conmover la fe en los antiguos hitos. Sus doctrinas no soportarán la prueba de la Palabra de Dios, pero habrá almas que serán engañadas. Harán circular falsos informes, y algunos quedarán prendidos en esta trampa [...]. No podemos ejercer demasiado cuidado contra toda forma de error, porque Satanás está tratando constantemente de apartar a los hombres de la verdad.—Joyas de los Testimonios 2:105, 107 (1885).
Debemos hacer que parezca esencial el estar unidos; no que vayamos a requerir a otros que acepten nuestras ideas, pero si todos están buscando la mansedumbre y la humildad de Cristo, tendrán la mente de Cristo. Entonces habrá unidad de espíritu.—Carta 15, 1892.
Yo ruego a los que aseveran creer la verdad, que anden en unidad con sus hermanos. No tratéis de dar al mundo ocasión de decir que somos extremistas, que estamos desunidos, que el uno enseña una cosa, y otro otra. Evitemos las disensiones.—Testimonios para los Ministros, 57 (1893).
Cómo enfrentar las críticas
Aquellos que se han apartado de la fe vendrán a nuestras congregaciones para desviar nuestra atención de la obra que Dios quisiera que se hiciese. No podéis permitiros apartar vuestros oídos de la verdad a las fábulas. No dejéis de tratar de convertir a quien esté hablando palabras de reproche contra vuestra obra, pero que se vea que estáis inspirados por el Espíritu de Jesucristo, y los ángeles de Dios pondrán en vuestros labios palabras que llegarán a los corazones de los opositores. Si estos hombres persisten en imponer sus ideas, aquellos de la congregación que tienen una mente sensible comprenderán que vuestra norma es superior. Por lo tanto hablad de manera que se sepa que Jesucristo está hablando por vuestro intermedio.—Testimonies for the Church 9:148-149 (1909).
Exaltad la palabra de Dios
Si trabajamos para crear una excitación de los sentimientos, tendremos toda la que deseamos, y posiblemente más de la que podamos afrontar con éxito. “Predicad la palabra” con calma y claridad. No debemos considerar que nuestra obra consiste en crear agitación de los sentimientos. Únicamente el Espíritu Santo de Dios puede crear un entusiasmo sano. Dejad que Dios trabaje, y que el instrumento humano avance suavemente ante él, observando, esperando, orando y contemplando a Jesús a cada momento; y que sea conducido y dirigido por el precioso Espíritu, el cual es luz y vida.—Mensajes Selectos 2:17 (1894).
Debemos ir al encuentro de la gente con la sólida Palabra de Dios, y cuando la reciban, entonces el Espíritu Santo podrá venir; pero siempre viene, según he dicho antes, en una forma que resulta aceptable para el juicio de la gente. En lo que decimos, en lo que cantamos, y en todos nuestros ejercicios espirituales, debemos revelar esa serenidad, esa dignidad y ese temor santificado que son característicos de cada verdadero hijo de Dios.—Mensajes Selectos 2:49 (1908).
Es por medio de la Palabra—no por sentimientos ni excitación—como queremos influenciar a la gente a obedecer la verdad. Sobre la plataforma de la Palabra de Dios podemos estar en pie con seguridad.—Mensajes Selectos 3:428 (1908).
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